El soplao

El Soplao en Cantabria

La apertura de esta cavidad única, a la que muchos han bautizado ya como la “Capilla Sixtina de la geología”, supone la oportunidad de descubrir una de las maravillas naturales del paraíso subterráneo de Cantabria.

Sorpresa, admiración, incredulidad…muchas son las sensaciones que provoca el increíble paraíso subterráneo de Cantabria, región que guarda en su subsuelo más de 6.500 cuevas, unas de interés arqueológico e histórico -caso de las cuevas con arte rupestre (existen 50 de ellas catalogadas) – y muchas de gran valor geológico y espeleológico. La apertura de El Soplao supone la oportunidad de descubrir una de esas maravillas naturales.

Se trata de una cavidad única, a la que muchos han bautizado ya como la “Capilla Sixtina de la geología” o la “Catedral de la geología”.

El acondicionamiento de la cueva para ser visitada constituye uno de los objetivos más ambiciosos del Gobierno de Cantabria en materia turística y servirá para dar a conocer al público un mundo de asombrosos paisajes interiores creados de forma caprichosa por la naturaleza.

Una cavidad única en el mundo

Considerada como uno de los grandes tesoros de la geología mundial, la cueva “El Soplao” es la gran novedad turística de Cantabria en 2015. El Gobierno cántabro ha desarrollado un proyecto de adaptación y acondicionamiento que permite visitar la cavidad y descubrir un paisaje subterráneo único.

La cueva, situada en un entorno natural de gran belleza, entre los municipios de Valdáliga, Herrerías y Rionansa, es conocida desde finales del siglo XIX debido a la explotación de las minas de La Florida, pero en su interior guarda también un auténtico “paraíso” natural conformado por impresionantes formaciones.

El Soplao es una cueva única e irrepetible, una referencia para la espeleología mundial, de la misma manera que Altamira lo es para el arte prehistórico. Su interior constituye una maravilla geológica y espeleológica a nivel internacional, con grandes superficies tapizadas de aragonitos, falsos techos, gours, estalactitas y estalagmitas excéntricas que provocan todo un juego de luces y sombras, sensaciones, colores y olores.

Adentrarse en este universo interior no es tarea fácil y, precisamente por ello, sus encantos han permanecido ocultos en el tiempo para la mayoría.

El proyecto completo, cuya finalización está prevista para el año 2016, contempla la construcción de un Museo de la Minería. De esta forma, el visitante podrá conocer la labor realizada por la naturaleza a lo largo de los siglos y acercarse, al mismo tiempo, a la historia de la minería, retratada en los túneles y arqueología minera que se conserva en la cavidad, explotada ya en época romana y, posteriormente, desde el siglo XIX hasta el año 1979.

El edificio proyectado se sitúa estratégicamente para recibir y acoger a los visitantes, mostrarles las fantásticas vistas de su interior, explicarles el contenido de la cueva y facilitarles la entrada a la misma.

En el propio edificio se iniciará la visita turística después de conocer la sala de exposiciones, la tienda y la cafetería, todo ello sin barreras arquitectónicas, como en el resto de las instalaciones. Para facilitar el acceso se simulará un tren minero que después de recorrer unos 300 metros, nos deposita en la entrada de la misma cueva para el inicio del recorrido.

La cueva por dentro

Abandonando el tren a la entrada de la cueva, ya bajo el subsuelo se recorrerán unos 50 metros a través de una antigua galería minera que acercará a la cueva propiamente dicha, con sus maravillosas formaciones.

El recorrido interior es de unos 1.200 metros de longitud y el tiempo estimado en transitar esta distancia es de unos 75 minutos, andando siempre en plano con una pendiente máxima del 8%, sólo en algunos tramos.

La cueva tiene verdadera significación universal, pues al alto valor medioambiental que posee hay que añadirle sobre todo su altísimo valor estético, representado por la abundante y compleja diversidad de formaciones excéntricas que atesora, sin parangón en el mundo subterráneo.

Dentro de este apartado hay que destacar el “falso suelo”, una zona considerada por todos los espeleólogos como la “Capilla Sixtina” del mundo subterráneo, por su grandiosidad, disposición y conservación.

Junto a las excéntricas conviven en perfecta armonía, un particular universo de formaciones verticales (estalactitas y estalagmitas) y coladas de múltiples colores. Son también destacables las pisolitas, más conocidas como perlas de las cavernas.

Este tipo de formaciones naturales es lo que realmente hace a la cueva de El Soplao una cavidad única, ya que, si bien se encuentran en otras cavidades, nunca con la abundancia, belleza y espectacularidad de ésta. Algunas de ellas son auténticas filigranas de cristal y ofrecen una imagen de extrema delicadeza.

Pisolitas o perlas de las cavernas

Estas curiosas formaciones deben su nombre a su similitud con las perlas de las ostras. Están producidas por el depósito de finas capas de calcita alrededor de un núcleo constituido por cualquier materia (partícula de cuarzo, calcita, bolita de arcilla o incluso hueso). Por lo general son esféricas, lisas y con apariencia de porcelana, tan perfectas como la de las ostras. En la cavidad se presentan como “mantos” cubriendo una superficie de varios metros, o a modo de nidos, pero nunca aisladas.

Accesos y entorno natural

Los accesos a la cueva de El Soplao se pueden realizar indistintamente por las localidades de Celis (Rionansa), Rábago y Bielva (Herrerías) y Caviña (Valdáliga). Está situada a 37 kilómetros de Torrelavega y 62 km. de Santander, y muy próxima a las bellas localidades turísticas de San Vicente de la Barquera y Comillas.

La cueva está situada entre los municipios de Herrerías, Valdáliga y Rionansa, en lo alto de la Sierra de Arnero, a 540 metros de altitud, en un antiguo paraje de explotación minera para la extracción de blenda y galena. El entorno constituye un enclave con espléndidas y profundas vistas sobre la sierra de Peñasagra, los Picos de Europa, el valle del Nansa y el mar Cantábrico, haciendo del mismo un lugar muy apetecido de excursionistas amantes del espacio natural.

Imagen: BH

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